La miel es un producto muy útil, pero si no se adquiere, almacena y / o utiliza correctamente, pierde su calidad y en algunos casos puede ser peligrosa. En este post, discutiremos las buenas prácticas generales en lo que respecta a dónde encontrar tu miel, cómo almacenarla y cómo usarla.
La miel está disponible en casi todas partes, pero eso no significa que cada frasco etiquetado como miel sea buena miel. Lo primero que debes considerar antes de comprar miel es dónde la comprarás. Es probable que la miel en tu supermercado local haya sido calentada, procesada y pasteurizada para aumentar su vida útil. La mayoría de las recetas del libro funcionan mejor cuando se usa miel cruda.
Puedes comprar esta miel procesada, pero no esperes resultados tan rápidos.
También es necesario que revises la etiqueta para asegurarte de que la tienda no haya agregado jarabe de maíz a la miel. Quieres miel pura, eso significa ¡sin aditivos!
Si quieres miel cruda, tendrás que ir un poco más lejos que la tienda de la esquina.
Tu primera parada debe ser una tienda de alimentos integrales. Por lo general, encontrarás miel pura sin pasteurizar allí y tal vez incluso a un precio más barato.
Si no puedes encontrar ninguna de estas tiendas, visita el mercado de agricultores.
Lo bueno de los mercados de agricultores es que puedes conocer a los productores tores de tu miel para poder hacerles preguntas sobre cómo manejan sus colmenas y el estado general de su miel. En algunos casos, incluso puedes conseguir mejores precios (no negociando, pues es necesario que los agricultores, en todas las ramas existentes, reciban precios justos por sus productos) al comparar entre una producción y otra.
Tenemos una opción más, que es visitar directamente a un apicultor. Si no conoces ninguno, todo lo que necesitas hacer es visitar las páginas amarillas de tu ciudad o área, pues lo más probable es que encuentres un apicultor allí. Muchos apicultores venden su miel en el lugar en el que la cosechan, lo que te permitiría ver la miel en el proceso de elaboración. Debido a que estás viajando a la fuente, lo más probable es que el precio de su miel sea menor.
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Al comprar miel, la regla general es que, cuanto más oscura es la miel, mejor es su calidad, más fuerte es su sabor y más fuertes son sus propiedades antioxidantes y antibacterianas.
Puedes hacer tu propia miel y esto es un esfuerzo emocionante. También es atractivo porque con tu propia miel tienes la garantía de que es natural y pura; sin embargo, antes de decidir aventurarte en la fabricación de miel, asegúrate de estar comprometido/a con todo el proceso, estar dispuesto o dispuesta a aprender y que pueda pagar los suministros necesarios para montar tu propia operación de fabricación de miel, sin olvidar, claro está, todas las precauciones necesarias.
Algunas cosas que deberás hacer antes de comenzar una operación de apicultura y recolección de miel incluyen asegurarte de tener suficiente tierra para tu esfuerzo.
Las abejas y los humanos no coexisten bien, así que necesitarás suficiente espacio para que las viviendas humanas y las colmenas estén muy separadas unas de otras (claro, esto dependerá del tipo de colmena que elijas).
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Las abejas también necesitarán estar al lado de un jardín de flores de algún tipo donde puedan recolectar néctar, de lo contrario, ¿dónde obtendrán los materiales para hacer la miel? También debes comprender las complejidades de cómo las abejas producen miel. Lo que leíste en la introducción de este libro y sus primeros capítulos es solo la versión abreviada de todo lo que necesitarás saber para asegurarte de que les has dado a tus abejas las condiciones adecuadas para producir miel de calidad.
Hay clases y talleres en las que puedes aprender esto, así como tutoría con otros apicultores que te podrían enseñar cómo llevar a cabo una operación apícola exitosa, cómo garantizar el control de calidad y mantener la calidad, qué suministros necesitas y dónde conseguirlos, así como cómo cosechar tu miel de manera segura. Asegúrate de consultar con profesionales, incluso puedes llegar a convertirte en proveedor o proveedora de otros amantes de la miel.
La miel debe almacenarse a temperatura ambiente, en un mostrador de la cocina o en un estante, pero nunca en el refrigerador. Las temperaturas frías harán que la miel se cristalice. La mayoría de las veces, estos cristales hacen que tu miel parezca sólida y algo vieja, sin embargo, la cristalización no significa que tu miel sea vieja, solo necesita ser decristalizada. Para lograrlo, todo lo que necesitas hacer es hervir agua en una cacerola y apartarla del fuego. Destapa después el recipiente que tiene la miel y colócalo dentro del agua, a baño maría. Deja tu miel en esta agua caliente hasta que se haya convertido en una sustancia viscosa nuevamente.
Después de todo, surge la pregunta ¿quién no debería tomar miel? La mayoría de las personas pueden tomar miel siempre y cuando no presenten problemas de salud. Sin embargo, debes tener cuidado con los niños, especialmente con los menores de un año. Los recién nacidos no han desarrollado inmunidad contra la bacteria del botulismo. La miel cruda puede contener algunas de sus esporas y causar botulismo.
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Eso no significa que no puedan tenerla del todo, solo debes asegurarte de que cualquier introducción a su comida sea en situaciones en las que la miel se cocinará, por ejemplo, en avena u otras papillas.
¿Cuánto es demasiado? Hablando de miel, ¿cuánto necesitas tomar cada día para disfrutar de sus dulces y saludables beneficios? Menos de lo que piensas. Como con cualquier cosa en la vida, consume demasiado y perderás todos los beneficios que brinda. La cantidad que puedes usar en tu piel es ilimitada siempre y cuando no solo gotees miel. Sin embargo, tendrás que racionar la cantidad que entra en tu boca. De tres a cinco cucharadas de miel al día es más que suficiente para un adulto.
No pienses en tu consumo de miel en términos de "cuánto puedo comer". En lugar de eso, piensa en ello como "¿cuánta azúcar en mi dieta puedo reemplazar con miel?". La miel no es un alimento, por lo que no tienes que comerla hasta que estés satisfecho/a. Úsala como lo harías con la sal: un poco sirve para mucho.
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